Friday, October 09, 2020

Día del Teatro Latinoamericano

OCT.2020   8 de octubre. 
DIA DEL TEATRO LATINOAMERICANO 

MENSAJE 2020 

Por Carlos Ianni 

Si algo soñamos los artistas cada vez que llegamos al teatro es ver el cartel de “Localidades agotadas”. Sin embargo, desde principios de este año y producto de la pandemia, el cartel que vemos se ha vuelto pesadilla: “Cese total de actividades”. Que el fenómeno sea global no alivia, pero sin duda lo vuelve más que singular y nos enfrenta a aquella vieja idea de que las cosas, en este caso el teatro, suelen ser valoradas en su verdadera dimensión cuando las perdemos (…aunque sea por un tiempo). 

Afirmaba hace unos años que las nuevas tecnologías revalorizaban y ubicaban en su justo lugar el estatuto de ceremonia del teatro, su cualidad de existir en tiempo real entre cuerpos presentes. En ese sentido, sigo pensando que el teatro, como arte vivo y efímero que es, no tiene sustituto posible. Pero ¿qué pasa hoy con el teatro? ¿Cómo enfrenta esta realidad en que todas las salas del planeta están cerradas? ¿Qué es el teatro hoy?

La pandemia ha vuelto al mundo completamente plano, los cuerpos están ausentes o se vuelven peligrosos y todo es mediado por la imagen. Es un mundo (e insisto en hablar de mundo porque la humanidad toda tiene un mismo desafío) donde el encierro hace carne aquello que Beckett puso en la voz de Estragón: “No ocurre nada, nadie viene, nadie se va”. En este contexto, ¿qué lugar tiene el teatro? Ese teatro como ritual que pone en evidencia un derroche de vida sobre el escenario, que ocurre en un aquí y ahora posibilitando la comunión entre los cuerpos de actores y espectadores. Sin ese aquí y ahora, sin encuentros de cuerpos… ¿hay teatro? Definitivamente no. 

Con suerte, el hecho teatral sobrevive fantasmagóricamente en la memoria de los espectadores, porque todo registro que hagamos de él, por definición, no es teatro.  Hoy el teatro es un espectro de lo que fue y vaga errante por las pantallas. El teatro mediatizado por la tecnología no lo reemplaza: nos consuela. Pero precisamente por ese impulso vital que define la propia esencia del teatro, lejos de regodearse en el vacío y la ausencia de sentido o finalidad les teatristas hemos reaccionado. 

Han aparecido en estos meses otras apuestas desde la tecnología (espectáculos vía streaming, cursos, mesas redondas y foros virtuales, y una infinidad de experiencias vehiculizadas a través de todos los medios digitales conocidos). Si bien, como dije, lo virtual no es teatro, sí debemos reconocer que es otra forma de expresión y como tal tiene su propio valor (en estas circunstancias) y que demuestra, una vez más, que las gentes de teatro “hacemos con lo que hay”, superando obstáculos y limitaciones. Qué permanecerá de todo esto, el tiempo lo dirá.  

A la vez, la ausencia del hecho teatral ha puesto de manifiesto de forma muy cruda que somos trabajadores de la escena, que como tales vivimos de lo que hacemos y que ante esta crisis nos encontramos desamparades, por fuera de las asistencias que -con distintos niveles de efectividad- ofrecen los Estados a les trabajadores.   Hace no mucho tiempo, algunos funcionarios se jactaban de que Buenos Aires era la capital teatral del mundo debido a la cantidad de salas de teatro en la ciudad y a la cantidad de espectáculos que se presentaban en ellas. 

Hoy, la crisis que sobrevuela a la producción teatral independiente es única y cruenta: cierre de salas, artistas organizando bolsones de comida, acciones solidarias para quienes no perciben ingresos, etc. La virtualidad a la vez puede haber acercado a quienes usualmente no concurren al teatro porque no lo tienen en su ciudad o porque lo ven como algo por fuera de sus hábitos. 

Podríamos pensar entonces que quizás estas experiencias hayan mejorado y democratizado el acceso a la cultura en general y al teatro en particular y que cuando vuelvan a abrir las salas se acercarán nuevos públicos. ¿Será así? Es en estas circunstancias que el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral CELCIT cumple 45 años de ininterrumpida actividad. Nacido en la resistencia a las dictaduras, subsistiendo al empobrecimiento económico y cultural de gobiernos neoliberales y ahora sobreviviendo, no sólo en sentido metafórico, a una pandemia que cuenta de a miles los muertos, la institución se ha mantenido fiel a los principios que le dieron origen: aportar desde el campo cultural a la integración latinoamericana, al sueño de la Patria Grande.   

Sin duda en estos 45 años muchas cosas han cambiado, pero cada transformación, cada nuevo programa de trabajo ha sido realizado en función del proyecto histórico que le dio origen y fieles a nuestros propósitos. Hemos cambiado, es cierto, pero con orgullo podemos decir que seguimos siendo los mismos. Nos cuenta 

Eduardo Galeano que “la mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios makiritare saben que si Dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento. La mujer y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y armaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios, soñando, los creaba, y cantando decía: Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. 

Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira”.  Con la ferviente convicción de que la salida de esta crisis sólo será posible si actuamos de manera colectiva y solidaria, va de corazón mi deseo de que el escenario vuelva a reunirnos pronto. En estos momentos tan difíciles, sé que el teatro re-nacerá. Estamos locos y locas de ganas de re-nacer. Y sé que la alegría y la pasión son más grandes que las dudas y el misterio.   

CARLOS IANNI (Argentina) Director, docente y productor teatral. Director del CELCIT

Sunday, April 05, 2020

EN TIEMPOS DEL “SUSPENSE” VIRAL


PLATEA NORTE


CINE


EN TIEMPOS DEL “SUSPENSE” VIRAL

Por Armando Arteaga

El cine tiene mucho que decir sobre pandemias y otros virus.  Pero la novela también, que es el género literario por donde empezó la acogida sobre estos temas que hoy ocupan la atención mundial a nivel del “Covied-19” en los medios de comunicación. 

“El tercer hombre”, la novela de Graham Greene: no escrita para ser leída sino para ser vista,  como la describen en el prólogo de la edición “El séptimo círculo”, colección dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: es la novela-puente entre el discurso narrativo de las palabras para ser trasformadas en sucesión de imágenes. En verdad, Greene escribió la novela para el cine.


 

La historia de amor sombrío que trascurre por Viena, Ravello, Londres, y Venecia.  Ambientada, en Viena,  al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, Viena sufrió bombardeos aéreos que destruyeron su patrimonio histórico.  Era una ciudad oscura que padecía una realidad dominada por la corrupción,  el comercio ilegal de todo tipo de mercaderías hasta llegar al tráfico de  penicilina.

En nuestro caso, el siglo pasado, cuando la tuberculosis era “el mal del siglo”, pandemias duras llamaron la atención de autores peruanos.  “Sanatorio”, la novela “localista” de Carlos Parra del Riego, muestra los estragos de lo “nosológico”,  que asfixia las ciudades de Huancayo y Jauja.  La marginalidad social que producía la pandemia en tiempos de la tuberculosis.  Una relación amorosa por seres marginales en estas ciudades muertas donde nadie los quiere por temor al contagio.




Más tarde, las oscuras y diabólicas fobias de pandemias que sustentaron algunos designios de la Edad Media, vuelven esos temores en “La peste”: esa novela de Albert Camus, tildada de “mediocre libro” por Mario Vargas Llosa.   La novela muestra la epidemia del cólera que sufrió la ciudad de Orán en el Argel de 1849,  tras la colonización francesa, diezmada varias veces por  epidemias.



“Muerte en Venecia”, la novela de Tomas Mann, llevada al cine en los años setenta por el director italiano Luchino Visconti, es obra cumbre de pandemias: la historia del pianista Von Ashenach y el adolecente Tadzio, en una Venecia azotada por el cólera. Una Venecia: agonizante, moribunda, denostada al “siroco”.






Tuesday, March 17, 2020

PREMIOS OSCAR 2020 (92ª edición)


PLATEA NORTE
CINE

PREMIOS OSCAR 2020 (92ª edición)

Por Armando Arteaga




En el capítulo “Ontología de la imagen cinematográfica”, que apertura  las primeras páginas del libro  ¿Qué es el cine?, André Bazin recuerda: “No se cree ya en la identidad ontológica entre modelo y retrato, pero se admite que éste nos ayuda a acordarnos de aquél y a salvarlo, por tanto, de una segunda muerte espiritual. La fabricación de la imagen se ha librado incluso de todo utilitarismo antropocéntrico. No se trata ya de la supervivencia del hombre, sino —de una manera más general— de la creación de un universo ideal en el que la imagen de lo real alcanza un destino temporal autónomo”.

Anthony Lane, el crítico de la revista The New Yorker, cuando hizo la reseña  de “Parasite” se preguntó: “¿Qué tipo de película es esta?.  No fue el único en habitar con esta duda antes de ver la película.  “Parásite”, el filme de Bong Joon-ho, sorprendió con sus premios (la mejor película, dirección, guion original y película internacional) en la 92ª edición de los Oscar. La Academia de Cine de Hollywood se rindió ante el esfuerzo surcoreano,  desde el Dolby Theatre de Los Ángeles.

Es cierto que “Parasite” es una película taquillera, que supongo, le interesa este detalle de sentimiento aplaudido,  ante el  público que valora el resultado. La noche de gala de Hollywood este año fue histórica con el Oscar a la mejor película entregado a la producción surcoreana, la primera vez que una cinta de habla no inglesa se lleva el galardón principal.

“Parásite”,  se impuso ante otros fuertes, favoritos y consagrados proyectos cinematográficos. A pesar de “Érase una vez en…Hollywood”  de Quentin Tarantino, con el aplauso total del público al modelo norteamericano; “1917”, el drama bélico de Sam Mendes,  con todos sus impactos visuales sobre la guerra; “Joker” de Todd Philips, impactante personaje sacado del comic; y “El irlandés”, obra bendecida por la fama de su realizador, Martin Scorsese. Y, otras, que le hacían una buena  resistencia a un puñado de celebras filmes: “Jojo Rabbit”, “Mujercitas”, “Historia de un matrimonio” y “Le Mans’66”.

La historia de “Parasite”  es muy simple y tribal. Dos familias entrecruzan sus vidas, una es adinerada y la otra pobrísima. Viven enfrentamientos clasistas. Es un enredo de humor, ternura y extrañas coincidencias. Lleva un contenido absurdo que entretiene.

Otra película que ha llamado la atención es “Joker”. Con la estelar actuación de  Joaquín Phoenix,  ha dividido al público en polémicas. Un sector está porque fomentaba violencia, y otro porque apenas conmueve. Lo cierto es que “Joker” sublima “héroes” de pacotilla que en el tiempo se pierden en la memoria del público.  La escena del baile en las escaleras y el  escape de los policías en el viaje del tren será una escena recordada en la historia del cine, es una secuencia como otras de ese tipo en otros filmes, solo que,  cuando al ponerse la máscara, la confusión es tal  que la realidad parece una ilusión. Una dura ilusión de confusión que se vive en las urbes cuando el individuo pierde su unidad para ser parte igualitaria de la masa urbana, al interior de  los escenarios urbanos.

El filme “1917”,  desarrolla factores confusos y destacables, mira la guerra desde un ángulo diferente a otros sobre el drama bélico, dos soldados muestran el gesto de una tares noble (salvar vidas) en un gesto que traspasa las fronteras de lo esencialmente patriótico. El plano secuencia ayuda a desarrollar  una atmósfera de realismo en el  filme, una buen detalle fotográfico que ayuda a crear un efecto teatral en los dos personajes (“Esperando a Godot” de Beckett y “Picnic” de Arrabal). Una hazaña de virtuosismo técnico cinematográfico  para el logro de una historia creíble e inigualable.

Ante el filme “El irlandés”, uno se rinde, una contradicción de lealtades enfrentadas a objetivos personales que argumenta toda la película.  Es esa contradicción de lealtades enfrentadas a objetivos personales, todo lo que compone la película.          La lealtad manipulada que trae intercambio de representaciones y favores; esa unidad fabricada, que es,  como una amistad interesada que construye la lealtad de Frank a Hoffa y los capos de la mafia.





 Publicado en el Diario Expreso. Suplemento ContraPoder. Columna Platea Norte.
Lima, 23/02/2020.

ALMODÓVAR Y LOS PREMIOS GOYA 2020


PLATEA NORTE

CINE


ALMODÓVAR Y  LOS PREMIOS GOYA 2020

Por Armando Arteaga




La 34ª edición de los Premios Goya, en Málaga, no estuvo por demás aburrida. El buen cine, el séptimo arte: el convidado de piedra, se fue ganando.  El personaje central de la noche fue Pedro Almodóvar: “Dolor y gloria”, su película,  se llevó 7 de los 16 premios a los que estaba nominado.
Fue un triunfo a todas voces para el director de Calzada de Calatrava. Aunque,  hubieron otras películas casi con  la misma suerte. Tal el caso de “Mientras dure la guerra”, de Alejandro Amenábar, que también se llevó a casa, 5 nominaciones de los 17 premios que aspiraba.  A “La trinchera infinita” le tocó 2 premios, uno por el trabajo de la actuación de Belén Cuesta.

La sorpresa -para mi gusto- ha sido en “Mejor Dirección Novel” la película de Salvador Simó por   “Buñuel en el laberinto de las tortugas”, el cómic homónimo sobre la creación del documental “Las Hurdes. Tierra sin pan”. “Tierra sin pan” como “Buñuel en el laberinto de las tortugas” cuentan de una misma relación tremenda: de ambos realizadores,  la fascinación por  Las Hurdes.
Simó se aleja de lo  ideológico para narrar el momento histórico "a través de los diálogos entre los personajes". Para dar "cierta aspereza, o dureza" a los movimientos de sus secuencias.  Simó rompe una regla del filme de  comic que propone un dibujo nuevo cada uno o dos fotogramas,  y optó por otro “tempo”, a un dibujo cada tres o cada cuatro fotogramas. Lo que le da mayor rigidez a la dirección.

En sus memorias, “Mi último suspiro”, Buñuel escribe: "Aquellas montañas desheredadas me conquistaron enseguida. Me fascinaba el desamparo de sus habitantes, pero también su inteligencia y apego a su remoto país, a su 'tierra sin pan'. Por lo menos en una veintena de pueblos se desconocía el pan tierno". Buñuel, había viajado -por Las Hurdes-  en septiembre de 1932.  La  puesta de imágenes del original de Buñuel en el metraje animado de Simó le da una coherencia a la alternativa de juntar tiempos diferentes.

Almodóvar, que suma muchos “Goyas” premios en su haber,  tiene grandes momentos profesionales como realizador, es un divo-director:   desde “Mujeres al borde de un ataque de nervios”,  “Átame”,  “Tacones lejanos”, “La flor de mi secreto” y “Carne Trémula”, son filmes siempre polémicos, pero por momentos brillantes, aunque todavía no convencía del todo a la academia.  

Es, con “Todo sobre mi madre” que  llega el reconocimiento de la crítica, unos críticos gustan más de unas que de otras. En “Laberinto de pasiones” (1982), ese filme fundamental de Almodóvar: donde una mujer deambula por el Rastro madrileño avistando entrepiernas masculinas,  es la llegada de la democracia española entonces, la mujer es depredadora, el patriarcado masculino es la base de la pirámide sexual, el spleen de  Madrid:  la ciudad más divertida del mundo, el lugar del escándalo para la  gente normal. Es mundo lacaniano compartido con la crueldad de una fotonovela de terror  donde torturan con un taladro.

Son varios los filmes de Almodóvar donde da muestras de su talante y de su  gran manejo del oficio cinematográfico: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” (1984), “Matador” (1986) Kika (1993), “Carne trémula” (1997), “Hable con ella” (2002), “Los abrazos rotos” (2009) “La piel que habito” (2011),  “Julieta” (2016), y esta última premiada: “Dolor y gloria”  (2019).

“Dolor y gloria” es lo mejor que ha realizado Almodóvar,  pasara a la historia como la película más completa del cineasta. El Madrid de los 80, el descubrimiento del cine mismo, la soledad de un individuo que lo tiene todo, el vacío, el sentimiento de culpa.  

Mallo, interpretado por Antonio Banderas, encaja muy bien en un filme, es  por momentos depresivo. Se derrumba el éxito para mostrar lo  verdaderamente humano de cualquier ser actual. “Dolor y gloria” es un filme conmovedor, con un extenso desaliento del cineasta español. Hay que verla,  imprescindible para los interesados en la obra de Almodóvar.

 Publicado Diario Expreso. Suplemento ContraPoder. Columna Platea Norte. 
Lima, 09/02/2020.

Friday, March 13, 2020

UBÚ REY, UNA SÁTIRA CONTRA EL PODER


PLATEA NORTE
TEATRO

UBÚ REY, UNA SÁTIRA CONTRA EL PODER

ARMANDO ARTEAGA




El teatro, como todas las cosas de la vida, va cambiando en cada época, por temporadas y para todos los gustos, tanto.., por parte de los productores, directores y actores: desde el estreno de un abanico diverso de obras, como también,  por la respuesta positiva del público en general. Por mi parte, yo creo que son los espectadores que asisten a las salas los que  deben mandar.  El precio de las entradas corrige niveles de acercamientos. Siempre sobrevive la pasión por el buen teatro. Nunca olvidar que el teatro es sobre todo un espectáculo, un suceso cultural muy humano. El verano limeño calienta,  y la agenda teatral va fría todavía con obras sosas, sintetiza el momento con un embotellamiento “light” dentro de un tránsito de realizaciones discursivas fáciles que no  logran convencer a un exigente público interesado.  Por eso, no deja de sorprender encontrar en la cartelera la puesta en escena de “Ubú Rey” del francés Alfred Jarry (1860-1907),  en la A.A.A. (Asociación de Artistas Aficionados), en el Centro de Lima.

“Ubú Rey” (1896), es una sátira contra el arte teatral de su época, un texto pionero del teatro moderno que camina de un extremo a otro, una ruptura con la dramaturgia tradicional, con el realismo convencional, una innovación de la vanguardia francesa que entusiasmo mucho a los surrealistas. Alfred Jarry es considerado un precursor por el movimiento surrealista, que tanto entusiasmo a Jean Arp y René Char, y más tarde a Julio Cortázar.  El automatismo del “texto” de Alfred Jarry, lleno de “espontaneidad”,  que desborda la imaginación y la subordinación de los mecanismos racionales a esa “espontaneidad”, contra la lógica de las cosas, construyen un humor subversivo también contra el mundo social establecido, sórdido, y anquilosado. Visión que sirve más tarde para el desarrollo del “teatro del absurdo” de Antonin Artaud.

La puesta en escena del “Ubú Rey” de la A.A.A. que dirige Percy Velarde, no es una simple actitud mimética,   su vehemencia desprecia lo formal, el “pasatismo” de lo histórico: postula el tiempo pasado como actual, nada cambia, todo es igual en esta realidad. Por eso adopta el juego lúdico y el lenguaje de lo “clow”. El poder corrompe, es una locura que nace de la codicia de lo individual. El  poder engendra todo tipo de totalitarismos. Jarry se rebela contra todo.  La omnipotencia del poder de Ubú es siempre ridícula.

Es cierto que el teatro hace de lo invisible un suceso visible. El teatro peruano ha retrocedido mucho, en todo.   Hace cinco décadas se estrenó en  Lima este obra “Ubú Rey” de Alfred Jarry, en una Carpa de Circo,  en la Concha Acústica del Campo de Marte,  con (el TUNI) un grupo del teatro universitario de la Universidad Nacional de Ingeniería, con la dirección nada menos de Atahualpa del Cioppo, el famoso director uruguayo. El -entonces-  joven Jorge Chiarella hizo las partituras musicales de la obra “farsesca”. La dubitación del tiempo reduce a cenizas cualquier comentario y menos ninguna comparación. Algo le debe haber pasado  a un país, a una comunidad, para retroceder tanto. En una mirada a vuelo de pájaro  sobre la experiencia teatral de la historia de un país cuando uno se encuentra ante una catástrofe, las preguntas celestes son  ¿Qué nos pasó, Peter Brook? ¿Por qué nos  abandonamos tanto? ¿Por qué este “desencanto” mío  a la salida de una obra teatral en una sala limeña?.