CRITICA DE CINE
EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES*
Jessica Lange
El relativo éxito de “The postman always rings twice” (“El cartero llama dos veces") viene del reconocido prestigio de su director Bob Rafelson, uno de los grandes cineastas de la BBC -para la que realizó “Mi vida es mi vida” y “Encuentro sin salida”- y a quien los productores de la Fox echaron del set de rodaje de la película “Brubaker”, tildándolo de "incapaz".
“El cartero llama dos veces” es una crónica de amantes asesinos, tomada de la serie negra de James M. Caín (escritor célebre del policial de la cumbre de Chandler y Hammett) y cuyas obras han sido varias veces llevadas al cine y la televisión.
El tratamiento que Rafelson le da a la intriga de Jack Nicholson y Jessica Lange es testimonial de la novela de Caín y nos traslada al realismo del cine negro americano de los años cuarenta y al contexto de la depresión económica del Chicago de entonces que aparece episódicamente en el film.
La dirección de Rafelson en “El cartero llama dos veces”, -y que busca en nosotros los espectadores la peligrosa compasión por los protagonistas de su crónica amorosa y policial-, es irónica y sensual.
El filme de Bob Rafelson hace lucir la pareja Jack Nocholson y Jessica Lange.
Desde las primeras escenas de Frank Chambers cuando aparece en la autopista, rudo y desenfadado, el personaje encarna, su inexorable y fatal destino: el fracaso del "hombre clausurado", que tiene mucho del dangling, de los dramáticos héroes de Saúl Bellow. La acción cinematográfica que nos describe Rafelson en “El cartero llama dos veces” es un clásico triángulo amoroso en un desolado restaurant-estación de gasolina -al borde de una autopista y en cuyos vértices encontramos a tres seres asfixiados y gobernados por el apartamento dentro de sus propias habitaciones,; una relación personajes-espacio cerrado, dualidad que brota y lo abarca todo en el filme: Frank, la estación de gasolina, el griego Papadakis, el restaurant y su mujer Cora, la cocina y el lecho conyugal.
Por eso, la primera ruptura memorable en la historia de Caín y la dirección fílmica de Rafelson, son los movimientos iniciales de la cámara en elipsis dentro del restaurante y el ambiente sombrío y delicado del escenario que le imprime la fotografía de Sven Nykvist, es la seducción forzada de Frank a Cora y la fornicación en la mesa de la cocina; y la segunda, cada vez que Papadakis enrrumba por la autopista y se sale del espacio cerrado y asfixiante del triángulo, e incrementa las pasiones de los amantes, y que luego desembocará en el primer intento de asesinato del marido engañado.
Un estupendo filme policial.
La fiesta de la comunidad de emigrados griegos, el tramado accidente que esconde el asesinato de Papadakis, el incidente judicial y el matrimonio de Frank y Cora, son los entreactos del sollozo final; la segunda llamada de la frustración (la muerte de Cora). La primera fue la muerte de Papadakis. El mensaje llega tan directo. El "vencido" sería de otro modo si el mundo representara bien su papel y fuese -además- un mundo mejor. Frank, Papadakis y Cora, son los héroes estereotipados de las novelas de la “generación vencida”.
*Publicado en Expreso 01/04/1982
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