Thursday, May 25, 2017

“HARAKIRI” DE KOBAYASHI

“HARAKIRI” DE KOBAYASHI

Por Armando Arteaga



El cine japonés tiene en Masaki Kobayashi (1916-1996) un sorprendente aporte, junto a otros cineastas de la talla de Akira Kurosawa, Kon Ichikawa y Kenji Mizoguchi, le han otorgado mucho prestigio y siempre suman filas en  un representativo cine independiente, bajo influencia de la Nueva Ola Francesa.  Estos maestros realizaron con sus filmes, tal vez, la visión más occidentalizada, en su respectivo momento, “wabi” y “sabi”.

Otros directores como Nagisha Oshima, Shokei Imamura o Hiroshi Teshigahara, hicieron un cine de autor, más cerca al Neorrealismo Italiano.  Kaneto Shindo, Yoji Yamada, ayudaron a darle un prestigio merecido al cine nipón, con sus obras de elegancia refinada, de armonía estética y emocional,  que fueron muy aplaudidas fuera del ámbito de la industria del cine japonés.  Lo cierto es que de este cine, en nuestro medio,  la gente sabe poco, sólo un puñado de aficionados a esta estupenda cinematografia sigue con cierta devoción y con  interés crítico a algunos de sus directores (ya famosos).  Su difusión internacional se debe a que el cine japonés se ha consolidado según el modelo de la grandes estudios  muy parecidos a los del cine norteamericano.


La semana pasada en el Ciclo de Cine Japonés del Centro Cultural Peruano Japonés se programó nada menos que la  increíble película “Harakiri” (Seppuku) de Masaki Kobayashi, filme del año 1962, que tiene una duración de 135 minutos.  Drama, ambientado en 1630, narra la historia del samurái Hanshiro Tsugumo en tiempos de paz que, sin señor por quien por quien guerrear, no encuentra otra salida a sus penurias que el suicidio ritual. La obra muestra los vínculos contraídos con los estratos más bajos de la sociedad, la naturaleza de la sumisión de los guerreros al señor feudal en la dominante tradición medieval japonesa. 

Kobayashi es un gran director, mediante el uso de raccontos y flashbacks, nos va contando en planos generales y medios: las motivaciones de la decisión del “harakiri”.  Es un tempo lento, en espacios de una sociedad feudal de una arquitectura muy “shibumi” (de mucha sobriedad).  Las escenas de la lucha guerrera del samurái-héroe contra los testaferros del señor feudal es muy bella, casi una danza, tomada de los elementos del escenario del teatro Kabuki, todo con mucho refinamiento técnico.



En verdad, Kobayashi es todo un maestro de la cinematografía japonesa alcanzó la fama cuando realizó “La condición humana” (1959-1961), monumental filme de nueve horas de proyección, presentado en tres partes, basado en la novela de Jumpei Gimikawa, acerca de prisioneros de guerra en Manchuria.

La cinta que proyectaron en blanco y negro de “Harakiri”, ha sido modernizada con un buen acabado digital, que ha respetado de manera  intacta sus efectos fotográficos, y los detalles cinematográficos del montaje mismo en moviola, realizado ahora en  programas de computadoras, pero que ha mantenido su fidelidad cinematográfica.  Razón por la cual, ver esta obra de arte del cine japonés por primera vez en  Lima ha sido una experiencia agradable.  


Tuesday, May 23, 2017

LA ÚLTIMA TARDE

La última tarde..., llegando tarde

Por Armando Arteaga




Hay que apoyar el cine peruano, que, aunque tartamudo, en algunos casos, en su lenguaje, y en otros, busca ser coherente con su propia gramática, y en el asunto político, tal vez. Y creo, que, una pelicula como "La última tarde" de Joel Calero, más o menos, lo logra.

Es una propuesta respetable. Ambas personajes del filme, son héroes sin pena ni gloria: de una evocación histórica, de un momento nefasto que vivió nuestro país.  Ramón y Laura firman su divorcio para olvidar todo el pasado, pero sucede que en el periplo jurídico por zafarse de las ataduras de un amor emergente y pasado, las heridas y las cicatrices, van despertando las secuelas de lo real, de lo vivido, de lo realizado. Entra en el tema de la narrativa de la guerra interna que va capturando siempre todo el hechizo de lo verdaderamente cinematográfico, cuando una caminata de ambos, los atrapa, los desenmascara en la realidad y en la circunstancia de su protagonismo militante de izquierda, su propensa identidad hacia la violencia, y la posible tentación de la opción terrorista.


El plano secuencia que los persigue por esa caminata en Barranco nos muestra a dos actores cuajados en lo teatral (Luis Cáceres y Katerina D'Onofrio). Es el más destacado aporte técnico del filme, con un estilo a lo Eric Rohmer, austero, y sustentado en un sobrepuesto y abrumador diálogo, que en realidad nos va contando las implicaciones vividas de los dos personajes.

Definir verdades a medias nunca ha sido una buena tentativa en el cine, por eso Calero cae en proponer dos finales ambiguos con las escenas del baño y de la habitación donde vuelven hacer posiblemente​ el amor. Juega con la ambivalente realidad de las cosas.

 El guión esta bien elaborado, y el discurso narrativo del filme es aceptable.  En lo político, hay mucho pan que rebanar. La cita de Lenín, y el hilvanado político de la intriga con secuencias de tintes melodramaticos y también trágicos por instantes amenazan con arruinar el filme, pero Calero es serio y tiene mucho futuro para nuevos proyectos del cine nacional. El filme "La última tarde", se permite el lujo de recalcar en el interior de una derrota, de una guerra sin epica, donde el amor es parte de las cenizas de ese fuego.



Sunday, May 07, 2017

CINE FORO “LA VIDA EN MI COMUNIDAD”

Cine foro “La vida en mi comunidad”

Por Diario UNO el mayo 5, 2017


CINE FORO “LA VIDA EN MI COMUNIDAD”

Veinte películas dirigidas o protagonizadas por jóvenes indígenas provenientes de Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, México, Noruega, Nueva Zelanda, Panamá y Perú, forman parte de este cine foro que organiza la asociación Chirapaq el 9 y 10 de mayo desde las 5 p.m. en el Centro Cultural de España (Jr. Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz). Al término de cada función habrá un conversatorio con jóvenes realizadores de Perú y Canadá y cineastas de renombre como Iván Sanjinés, Fernando Valdivia, Sonia Goldenberg y Ernesto Cabellos. Ingreso libre.



Friday, May 05, 2017

“EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” EN LA PLAZA SAN FRANCISCO DE LIMA

“EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” EN LA PLAZA SAN FRANCISCO DE LIMA

Por Armando Arteaga



El auto sacramental “El Gran Teatro del Mundo” de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) es considerado la obra  de mayor resonancia eucarística dentro de la producción calderoniana. La pieza dramática de carácter alegórico,  desde que tuvo una estupenda realización escenográfica lograda por Hugo van Hoffmannsthal, sufrió el olvido español de su época,  y es una pieza cumbre de la literatura dramática con visión católica.  Los autos sacramentales de Calderón de la Barca tienen un enorme sentimiento de expresiones humanas llena de personajes y características de pedagogía teatral, para imponer en el público “meditaciones” acerca de los asuntos teológicos más importantes de la época que le tocó  vivir y expresar: lo barroco. Calderón de la Barca es autor de unas doscientas piezas dramáticas  principalmente comedias y auto sacramentales, de tipo  religioso,  históricas,  filosóficas,  y de costumbres, entre las que destacan: “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea”. 


El “Gran Teatro del Mundo”  es una pieza dramática de carácter alegórico, de un solo acto, se refiere casi siempre al Misterio de la Eucaristía.  Los personajes son símbolos: El Autor, El Mundo, El Rey, La Discreción, La ley de Gracia, La Hermosura, El Rico, El Labrador, Un Niño, Una voz, y el Acompañamiento.  Las escenas se suceden en los símbolos de la Fe, el Pecado, la Muerte, el libre Albedrio.  Sus espacios culturales son los temas de preocupación del barroco, la contrarreforma, la espiritualidad europea que conformaron un teatro de “expresiones representables”.  La idea estoica de la vida como una inmensa comedia en la que todos los personajes representan su papel asignado por  Dios (autor de personajes).  No en vano, Calderón de la Barca, extraordinario poeta, nos arremete con su mensaje por La ley de Gracia:
En la representación
igualmente satisface
el que bien al pobre hace
con afecto, alma y acción
como el que hace al rey, y son
iguales éste y aquél
en acabando el papel.
Haz tu bien el tuyo, y piensa
que para la recompensa
yo te igualaré con él. 

La “mise in scene” de Luis Peirano me pareció acertada (el manejo de más de 500 actores).  Ha tomado mucho de otras experiencias en el mismo escenario del atrio de la Iglesia de San Francisco realizada por Ricardo Roca Rey en oportunidades anteriores de otros auto sacramentales del mismo Calderón de la Barca trabajados por Ricardo Roca Rey (de la A.A.A).

El aporte de Peirano es que ha incorporado el ingreso solemne y sencillo de nuestro “mundo andino” en el “mundo de la cristiandad”.  Bien la iluminación, apoyada por el despliegue de la bondades tecnológicas que hoy existen, el uso de la pirotecnia, la música autóctona, los trajes típicos, y otras alegorías sobre la que se sustentó el dialogo de Calderón de la Barca en esta puesta en escena de Peirano.  Jaime Lertora, como actor estuvo estupendo, llega en una moto, hace uso del abuso  del “selfi” en estos tiempos de la postmodernidad.  En general, esta fiesta calderoniana se ha vuelto más peruviana e indiana en el espacio escénico de la Plaza de San Francisco.  Otra vez, Calderón de la Barca nos ha entusiasmado con su discreto lirismo, con ese mundo idealista, lleno de metáforas e imágenes del más puro gusto barroco. Peirano ha sido un efectivo conductor por ese mundo elaborado de conceptos y de formas, abriéndonos camino hacia la razón humana y despertando el alma de los espectadores.