PLATEA NORTE
CINE
ALMODÓVAR Y LOS PREMIOS GOYA
2020
Por Armando Arteaga
La 34ª edición de los Premios
Goya, en Málaga, no estuvo por demás aburrida. El buen cine, el séptimo arte: el
convidado de piedra, se fue ganando. El
personaje central de la noche fue Pedro Almodóvar: “Dolor y gloria”, su
película, se llevó 7 de los 16 premios a
los que estaba nominado.
Fue un triunfo a todas voces para
el director de Calzada de Calatrava. Aunque,
hubieron otras películas casi con
la misma suerte. Tal el caso de “Mientras dure la guerra”, de Alejandro
Amenábar, que también se llevó a casa, 5 nominaciones de los 17 premios que
aspiraba. A “La trinchera infinita” le
tocó 2 premios, uno por el trabajo de la actuación de Belén Cuesta.
La sorpresa -para mi gusto- ha
sido en “Mejor Dirección Novel” la película de Salvador Simó por “Buñuel en el laberinto de las tortugas”, el
cómic homónimo sobre la creación del documental “Las Hurdes. Tierra sin pan”. “Tierra
sin pan” como “Buñuel en el laberinto de las tortugas” cuentan de una misma relación
tremenda: de ambos realizadores, la
fascinación por Las Hurdes.
Simó se aleja de lo ideológico para narrar el momento histórico
"a través de los diálogos entre los personajes". Para dar
"cierta aspereza, o dureza" a los movimientos de sus secuencias. Simó rompe una regla del filme de comic que propone un dibujo nuevo cada uno o
dos fotogramas, y optó por otro “tempo”,
a un dibujo cada tres o cada cuatro fotogramas. Lo que le da mayor rigidez a la
dirección.
En sus memorias, “Mi último
suspiro”, Buñuel escribe: "Aquellas
montañas desheredadas me conquistaron enseguida. Me fascinaba el desamparo de
sus habitantes, pero también su inteligencia y apego a su remoto país, a su
'tierra sin pan'. Por lo menos en una veintena de pueblos se desconocía el pan
tierno". Buñuel, había viajado -por Las Hurdes- en septiembre de 1932. La puesta
de imágenes del original de Buñuel en el metraje animado de Simó le da una
coherencia a la alternativa de juntar tiempos diferentes.
Almodóvar, que suma muchos
“Goyas” premios en su haber, tiene
grandes momentos profesionales como realizador, es un divo-director: desde
“Mujeres al borde de un ataque de nervios”,
“Átame”, “Tacones lejanos”, “La
flor de mi secreto” y “Carne Trémula”, son filmes siempre polémicos, pero por
momentos brillantes, aunque todavía no convencía del todo a la academia.
Es, con “Todo sobre mi madre” que llega el reconocimiento de la crítica, unos críticos
gustan más de unas que de otras. En “Laberinto de pasiones”
(1982), ese filme fundamental de Almodóvar: donde una mujer deambula por el
Rastro madrileño avistando entrepiernas masculinas, es la llegada de la democracia española
entonces, la mujer es depredadora, el patriarcado masculino es la base de la
pirámide sexual, el spleen de
Madrid: la ciudad más divertida
del mundo, el lugar del escándalo para la
gente normal. Es mundo lacaniano compartido con la crueldad de una
fotonovela de terror donde torturan con un
taladro.
Son varios los filmes de
Almodóvar donde da muestras de su talante y de su gran manejo del oficio cinematográfico: “¿Qué
he hecho yo para merecer esto?” (1984), “Matador” (1986) Kika (1993), “Carne
trémula” (1997), “Hable con ella” (2002), “Los abrazos rotos” (2009) “La piel
que habito” (2011), “Julieta” (2016), y
esta última premiada: “Dolor y gloria” (2019).
“Dolor y gloria” es lo mejor que
ha realizado Almodóvar, pasara a la historia
como la película más completa del cineasta. El Madrid de los 80, el
descubrimiento del cine mismo, la soledad de un individuo que lo tiene todo, el
vacío, el sentimiento de culpa.
Mallo,
interpretado por Antonio Banderas, encaja muy bien en un filme, es por momentos depresivo. Se derrumba el éxito
para mostrar lo verdaderamente humano de
cualquier ser actual. “Dolor y gloria” es un filme conmovedor, con un extenso
desaliento del cineasta español. Hay que verla,
imprescindible para los interesados en la obra de Almodóvar.
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