Wednesday, January 30, 2008

ERWIN PISCATOR Y EL TEATRO POLITICO/ ARMANDO ARTEAGA

TEATRO:


ERWIN PISCATOR Y EL TEATRO POLITICO. (*)

Por Armando Arteaga





A la quiebra del optimismo burgués del siglo XIX, el expresionismo alemán fue en Europa un movimiento de vanguardia, tan importante coma lo fue el cubismo, el futurismo, el imaginismo y el dadaísmo. Su desarrollo histórico se afirma en varios niveles y apunta a múltiples direcciones.

Han sido exponentes del expresionismo: Arnold Schönberg, Franz Kafka y Georg Trakl. Desde otras perspectivas, como precursores del teatro moderno, lo han sido Johan August Strinberg, Georg Büchner y Franz Wedekind. El expresionismo no fue excepción a los otros movimientos de vanguardia, con sus revis­tas que acogen manifiestos, textos programáticos, desde donde pro­palaban sus opiniones, las que solían divergir entre sí. Se atacaba al naturalismo, al neo-romanticismo, a los consagra­dos (Thomas Mann, Stefan George). Sus principales revistas de agitación fueron “Die Aktion”, “Der Sturm”, “Die Fackel”, y su marea llegaba no solo a Berlín sino a otras ciudades co­mo Muních, Leipzig, Dresde, Viena. Los expresionistas surgen al panorama cultural germano y nos recuerdan el efervescente panorama político y social de este país: potencia capitalista tardíamente llegada al reparto colonial, sí bien a través de un desarrollo económico vertiginoso; Masas galvanizadas por el po­deroso Partido Socíal-Democrata; derrota de los ejércitos prusianos en la Guerra y posterior República de Weimar.


Los expresionistas estaban dominados por las ideas, necesi­dades y tragedias individuales del pensamiento burgués. No mi­raban. Veían. No fotografiaban. Tenían visiones. Para ello era necesario tener una nueva imagen del mundo. Creían que la realidad debía ser creada por ellos. El sentido del objeto de­bía ser excavado, reflejar la imagen del mundo, sin falsificación. Así, todo el espacio de los expresionistas se convierte en visión. No miran, ven. No describen, viven. No cogen, bus­can. Ya no existe más la cadena de los hechos: fábricas, ca­sas, enfermedades, prostitutas, gritos y hambre. Ahora solo exis­te su visión Toda una teoría.

Este nuevo y complejo “Sturn und Drang” del arte alemán se lanza entonces al asalto de la tradición moral, social y polí­tica, y empieza a revolucionar el lenguaje, declara la guerra a la gramática y a la sintaxis, realizando sobre todo el dinamismo de la expresión, vemos entonces proclamar a Franz Werfel que “el mundo debe ser desustantivado”. Proceso que luego de explorar las perturbaciones anímicas y su proyección objetiva, se lanza con Toller, Kaiser y Chapeck, a la agitación anarquista contra el sistema industrial, para llegar a orientarse luego hacia el teatro didáctico: de la crítica so­cial que desarrolló Bertold Brecht, junto a Reinhardt, Piscator, Meyerhold (dentro del espacio escénico), que a la vez aportaron al desarrollo y puesta de las obras dramáticas de estos ilustres protagonistas del teatro moderno.


“Le Theatre Politique” de Piscator es uno de los escritos teóricos más grandes del desarrollo de la puesta en escena. Piscator, artista revolucionario, que había trabajado en el Central Theatro, pretende darle una nueva dírecci6n al teatro político. Sus puestas en escena, el desarrollo y volumen que adquiere su aparato escenográfico hacen de su trabajo uno de los ejemplos más interesantes en cuanto al desarrollo del de­corado teatral y la concepci6n del espacio escénico al que se refiere. La utilización de materiales nuevos, el enorme impulso dado a la máquina, la invención de modernos sistemas, la proyección tanto escenográfica como documental, se incluye normal­mente en sus espectáculos. Gigantes construcciones se alzan so­bre el escenario, multiplicando las áreas de juego; ampliándose después por medio de la imagen cinematográfica.
Años después, Piscator decide la construcción de su propio teatro, según los planos de Walter Gropius, cuya ejecución se­ría encomendada a la Bauhaus. La teoría de este nuevo teatro no lleva en absoluto el sello idealista de la mayoría de sus contemporáneos. Piscator escribe: “El estilo de arquitectura teatral que domina nuestra épo.ca es una supervivencia del absolutismo, es el teatro de corte, su división en orquesta, balco­nes, logias y galerías, reproduce la jerarquía de la sociedad feudal, plantea pues la democratización de la sala y la dota­ción mecánica de las distintas áreas de juego, su teatro quiere influir, emocionar, motivar al espectador para extraer de él sen­timientos políticos, incorporarlo a la acción tras hacerle tomar conciencia de su situación”.

Así, Piscator, antes que Brecht, fue el procurador de un tea­tro de desarrollo en términos políticos, que buscaba en el es­pectáculo de masas, el nuevo público que garantice su libertad creadora, un teatro político nacido en contradicción con el medio, lleno de controversias, contra el orden establecido y de radical transformación del espacio escénico y del teatro mismo. Vale la pena recordarlo.


(*) Publicado en el Diario Correo, Lima, 08 de Julio de 1975; y en la revis­ta de la Federación Nacional de Teatro Popular, Marzo 1986.

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