Tuesday, April 04, 2006

EL PIANISTA DE POLANSKI / ARMANDO ARTEAGA

EL PIANISTA DE POLANSKI

Escribe Armando Arteaga




La ultima película de Román Polanski, El Pianista, basada en una historia real -el guión está trabajado sobre la vida del pianista Wladyslaw Szpilman-, nos muestra los sufrimientos de los judíos en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Szpilman fue uno de los grandes pianistas de su época, recientemente fallecido. A través de las vivencias que narra Polanski, centrándose en la autobiografía de Wladyslaw Szpilman y de su familia, desde la invasión alemana a Polonia, la formación del ghetto y los traslados masivos, podemos ver una vez más, y con diversos ejemplos de la brutalidad humana, todos los sucesos pasados y sufridos por el pueblo polaco-judío ocurridos durante el régimen nazi. Tras esta primera parte del filme, la historia sigue la narrativa personal de Szpilman en su lucha por sobrevivir en una Polonia destruida, apelando a las amistades, la suerte individual, y hasta a su condición de pianista. Polanski demuestra que las manifestaciones de resistencia de los judíos no fueron más que eso, algunos esfuerzos individuales, rápidamente aplastados y trágicamente tardíos, cuando eran muy pocos, viendo a sus compañeros morir en el día a día. Hay muchos ensayos y libros acerca de la pasividad del pueblo judío, mostrados como pacíficos ciudadanos, yendo al matadero, a los hornos. Se puede explicar esta pasividad por sus características religiosas, por su necesidad de sufrimiento ante el ojo divino. El filme demuestra la pasividad de unos ante los otros, la falta de solidaridad en algunos casos (los polacos ayudan más a los judíos, que los judíos entre sí), salpicado el filme con escenas brutales y ejecuciones, y detalles técnicos a que ya nos tienen acostumbrados este género fílmico sobre el holocausto. ¿Qué hace diferente a esta película? En realidad, no mucho. No dice cosas nuevas y repite mucho de lo mismo. Lo particular es el caso de Szpilman, un sobreviviente, y las relaciones que se tejen entre polacos, alemanes y judíos, según la coyuntura y la situación de guerra permanente en que están. Eso es lo más rescatable a mi parecer; lo demuestra en parte la destreza de Polanski. Las actuaciones son buenas. Pero ya cansan esas películas testimoniales de casos personales de supervivencia. Si no fue esa la intención de Polanski, sus logros consisten en plasmar la contraparte, la falta de solidaridad de ciertos pueblos cuando se equivocan en sus apreciaciones políticas e históricas, el egoísmo y el ostracismo, y la pasividad ante la muerte. El pianista es una mirada agónica del artista sobre este suceso político y violento de esa hora difícil de la historia polaca.
 

(Publicado en "Del Paìs", noviembre del 2004).

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