Sunday, September 22, 2024

EL CARTERO LLAMA DOS VECES* /Por Armando Arteaga

EL CARTERO LLAMA DOS VECES*
Por Armando Arteaga


El relativo éxito de The postman always rings twice -El cartero llama dos veces- viene del reconocido prestigio de su director, Bob Rafelson, uno de los grandes cineastas de la BBC - para la que realizó Mi vida es mi vida y Encuentro sin salida- y a quien los productores de la Fox echaron del set de rodaje de la película Brubaker, tildándolo de "incapaz".
El cartero llama dos veces es una crónica de amantes asesinos. Tomada de la serie negra de James M. Cain (escritor célebre del policial de la cumbre de Chandler y Hammett) y cuyas obras han sido varias veces llevadas al cine y la televisión.
El tratamiento que Rafelson le da a la intriga de Jack Nicholson y Jessica Lange es testimonial de la novela de Caín y nos traslada al realismo del cine negro americano de los años cuarenta y al contexto de la depresión económica del Chicago de entonces, que aparece episódicamente en el film.
La dirección de Rafelson en "El cartero llama dos veces" y que busca en nosotros los espectadores la peligrosa compasión por los protagonistas de su crónica amorosa y policial, es ironista y sensual.
Desde las primeras escenas de Franck Chambers, cuando aparece en la autopista, rudo y desenfadado, el personaje encarna su inexorable y fatal destino: El fracaso del "hombre clausurado", que tiene mucho del dangling, de los dramáticos héroes de Saúl Bellow.
La acción cinematográfica que nos describe Rafelson en El cartero llama dos veces es un clásico triángulo amoroso en un desaolado restaurant estación de gasolina, al borde de una autopista, y en cuyos vértices encontramos a seres asfixiados y gobernados por el apartamiento dentro de sus propias habitaciones, una relación personaje - espacio cerrado, dualidad que brota y lo abarca todo en el film: Frank – la estación de gasolina, el griego Papadakis – el restaurant y su mujer Cora - la cocina y el lecho conyugal.
Por eso, la primera ruptura memorable en la historia de Caín y la dirección fílmica de Rafelson, de los movimientos iniciales de la cámara en elipsis dentro del restaurant y el ambiente sombrío y delicado del escenario que le imprime la fotografía de Sven Nykvist, es la seducción forzada de Frank a Cora y la fornicación en la mesa de la cocina, y la segunda, cada vez que Papadakis enrumba por la autopista y se sale del espacio cerrado y asfixiante del triángulo, e incrementa las pasiones de los amantes, y que luego desembocará en el primer intento de asesinato del marido engañado.
La fiesta de la comunidad de emigrados griegos, el tramado accidente que esconde el asesinato de Papadakis, el incidente judicial y el matrimonio de Frank y Cora, son los entreactos del sollozo final, la segunda llamada de la frustración (la muerte de Cora), la primera fue la muerte de Papadakis. El mensaje llega tan directo, el "vencido" sería de otro modo si el mundo representara bien su papel y fuese además, un mundo mejor.
Frank Papadakis y Cora son los héroes estereotipados de las novelas de la "generación vencida".

*Expreso, Lima, sábado 1° de mayo de 1982



 


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