Monday, July 31, 2023

EL TEATRO EN TIEMPOS DEL PERÚ INDEPENDIENTE Armando Arteaga

 EL TEATRO EN TIEMPOS DEL PERÚ INDEPENDIENTE

Armando Arteaga



El siglo XIX vivía aún en “mantilla” y fue despertado entre comedias de Lope de Vega y escenas metafísicas de Calderón de la Barca, donde la vida siempre fue un sueño. Lima tenía una chusma ilustrada de público,  siempre interesado por ver el espectáculo, antes que pensar la “letra” de los guiones. 


Nuestro teatro, como edificio, que denotaba cierta pobreza arquitectónica, no pasaba de ser un “gallinero” (así lo llamaba la gente entonces), pues varios incendios anteriores habían arruinado su fábrica,  y las condiciones acústicas del escenario eran más o menos estables, más celebres por sus condiciones inmediatas, para la socialización del público, competía también, en  sus bondades lumínicas; pero al fin de cuentas, era lo único que teníamos. Hasta este recinto, llegó en 1814, la primera ópera italiana con el tenor Pedro Angelini y la soprano Carolina Grijoni, cuando la escena lirica empezaba a ser una novedad al borde de dramáticos sucesos.


El viajero inglés Samuel Haigh, un comerciante, que residió por estos lares entre 1817 hasta 1874, publicó en Londres un libro de relatos que tituló “Voyage to Peru” que daba una versión de sus impresiones por Buenos Aires, Chile y Perú, tuvo la suerte de conocer personalmente a San Martín, Bolívar, O’Higgins, Belgrano, y Monteagudo, entre otras figuras celebres de la Revolución. Hace una serie de observaciones sobre la actividad teatral de aquellos tiempos. Haigh, participó en la ceremonia cuando Arequipa, en 1825,  celebró el cumpleaños del Libertador Bolívar. Tres regimientos de  colombianos y otros tantos de peruanos, que se hallaban acuartelados, desfilaron en la Plaza de Armas, e hicieron bulliciosas cargas de juegos artificiales, escenificando la fiesta con un retrato de Bolívar, adornado con laureles, que fue paseado en procesión,  mientras los oficiales le prestaban sus saludos presenciales. 


No obstante las vicisitudes del momento durante los años de la Independencia, en 1827, los limeños seguían su afición por las corridas de toros y los espectáculos teatrales. El General Andrés Santa  Cruz en esos días de fiestas patrias concurría al teatro, en un coche alado por cuatro caballos negros y con una escolta de doce dragones con uniforme rojo y yelmo, muy semejante a los que usaban en Inglaterra para los guardias reales. Santa Cruz se ubicaba en el palco presidencial para ver la función.


A cuatro días de proclamada la Independencia del Perú (el 1ro de agosto de 1821), procediendo a la representación de una comedia en el Teatro de Lima, para celebrar aquel acontecimiento, “se echó” la primera “Loa” teatral compuesta en el Perú Independiente. Lo que nos demuestra la importancia de la presencia del teatro en la vida cotidiana de la gente en esta etapa de nuestra Emancipación. Antes de las representaciones de las comedias y a manera de introducción, las “loas” cumplían la finalidad de ensalzar a los autores, los actores, y el público en general, se enaltecían mensajes cívicos entre las puestas en escena de obras de Lope de Vega, Tirso de Molina, y Calderón de la Barca.  Las representaciones teatrales ocurridas en Lima ofrecían discursos y monólogos de cierta alocución patriótica para estimular el ánimo del público, contar las excelencias de la libertad política, y celebrar los triunfos de los huestes y los próceres de la Independencia. 


Entre otros tantos acontecimientos de la gesta emancipadora vinculados con el arte dramático, lo ocurrido en  coliseo de comedias de Lima, la noche del domingo 2 de setiembre de 1821. San Martín se dirigió al Teatro de Lima, y al terminar la representación de la comedia de aquella noche, desde el palco presidencial arengó a los espectadores, dándoles a conocer, con palabras de patriótico ardor, el contenido de su proclama: sobre las avanzadas del ejercito realista, en marcha hacia Lima para recuperar el poder, que se hallaban en San Mateo y San  Damián, pretendiendo retomar la capital.  Proclamada la Independencia del Perú, sentíase la necesidad de reformar el teatro poniéndola a tono con los nuevos principios políticos y los anhelos de reivindicación general.  


El Ministerio de Gobierno, el Protector del Perú,  imprimieron las partes resolutivas que afrontaban,  las licitas controversias, y buscaban dar solución a las necesidades apremiantes de las actividades escénicas,  aspectos que dividían y friccionaban la convivencia humana entre actores peruanos, latinoamericanos y españoles,  que pululaban en Lima. La primera premisa resuelve así el dilema: “El arte escénico no increpa infamia al que la profesa”.


En Trujillo, en las actas del “Libro de Cabildos de Trujillo. 1823-1825”, se encuentran informaciones reveladas sobre la existencia en esa ciudad de un coliseo y una compañía teatral que funcionaba regularmente en aquellos tiempos definitivos para la nueva vida libre en el país. Se dan noticias del nombramiento de un “Censor del Teatro”, lo que nos indica que había “censura” sobre las temporadas de representaciones teatrales. 


Mientras Europa celebraba la opera “Der Freischütz” de Weber, ese discípulo de Hayden, donde se debatía la influencia romántica  de la ópera alemana sobre el arraigo de la ópera italiana.  Gaspar, el protagonista principal,  le entregaba su alma al diablo. 





No comments: