Friday, May 05, 2017

“EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” EN LA PLAZA SAN FRANCISCO DE LIMA

“EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” EN LA PLAZA SAN FRANCISCO DE LIMA

Por Armando Arteaga



El auto sacramental “El Gran Teatro del Mundo” de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) es considerado la obra  de mayor resonancia eucarística dentro de la producción calderoniana. La pieza dramática de carácter alegórico,  desde que tuvo una estupenda realización escenográfica lograda por Hugo van Hoffmannsthal, sufrió el olvido español de su época,  y es una pieza cumbre de la literatura dramática con visión católica.  Los autos sacramentales de Calderón de la Barca tienen un enorme sentimiento de expresiones humanas llena de personajes y características de pedagogía teatral, para imponer en el público “meditaciones” acerca de los asuntos teológicos más importantes de la época que le tocó  vivir y expresar: lo barroco. Calderón de la Barca es autor de unas doscientas piezas dramáticas  principalmente comedias y auto sacramentales, de tipo  religioso,  históricas,  filosóficas,  y de costumbres, entre las que destacan: “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea”. 


El “Gran Teatro del Mundo”  es una pieza dramática de carácter alegórico, de un solo acto, se refiere casi siempre al Misterio de la Eucaristía.  Los personajes son símbolos: El Autor, El Mundo, El Rey, La Discreción, La ley de Gracia, La Hermosura, El Rico, El Labrador, Un Niño, Una voz, y el Acompañamiento.  Las escenas se suceden en los símbolos de la Fe, el Pecado, la Muerte, el libre Albedrio.  Sus espacios culturales son los temas de preocupación del barroco, la contrarreforma, la espiritualidad europea que conformaron un teatro de “expresiones representables”.  La idea estoica de la vida como una inmensa comedia en la que todos los personajes representan su papel asignado por  Dios (autor de personajes).  No en vano, Calderón de la Barca, extraordinario poeta, nos arremete con su mensaje por La ley de Gracia:
En la representación
igualmente satisface
el que bien al pobre hace
con afecto, alma y acción
como el que hace al rey, y son
iguales éste y aquél
en acabando el papel.
Haz tu bien el tuyo, y piensa
que para la recompensa
yo te igualaré con él. 

La “mise in scene” de Luis Peirano me pareció acertada (el manejo de más de 500 actores).  Ha tomado mucho de otras experiencias en el mismo escenario del atrio de la Iglesia de San Francisco realizada por Ricardo Roca Rey en oportunidades anteriores de otros auto sacramentales del mismo Calderón de la Barca trabajados por Ricardo Roca Rey (de la A.A.A).

El aporte de Peirano es que ha incorporado el ingreso solemne y sencillo de nuestro “mundo andino” en el “mundo de la cristiandad”.  Bien la iluminación, apoyada por el despliegue de la bondades tecnológicas que hoy existen, el uso de la pirotecnia, la música autóctona, los trajes típicos, y otras alegorías sobre la que se sustentó el dialogo de Calderón de la Barca en esta puesta en escena de Peirano.  Jaime Lertora, como actor estuvo estupendo, llega en una moto, hace uso del abuso  del “selfi” en estos tiempos de la postmodernidad.  En general, esta fiesta calderoniana se ha vuelto más peruviana e indiana en el espacio escénico de la Plaza de San Francisco.  Otra vez, Calderón de la Barca nos ha entusiasmado con su discreto lirismo, con ese mundo idealista, lleno de metáforas e imágenes del más puro gusto barroco. Peirano ha sido un efectivo conductor por ese mundo elaborado de conceptos y de formas, abriéndonos camino hacia la razón humana y despertando el alma de los espectadores.  


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