Wednesday, March 28, 2007

BORGES Y EL CINE/ ARMANDO ARTEAGA

BORGES Y EL CINE
Por Armando Arteaga

Borges habló poco de cine, pero habló. Y cuando habló dijo cosas interesantes, que por lo demás, algunas veces eran unas pachotadas, y otras eran frases geniales, para la historia del cine y para la cultura cinematográfica. Pero, a un literato no se le puede pedir que diga cosas extraordinarias sobre un arte que cómo es la naturaleza del cine, presumo, ignoraba, o conocía muy poco, tal vez porque era un profano en cine, o tal vez por la ceguera que acaparó parte de su vida.

Aún así, Borges sabía a carta cabal de las cosas que hablaba. Matamoros Blas en el “Diccionario personal de Borges” ha recogido algunas de sus impertinentes frases, y otras, acertadas, digamos: originales expresiones que pueden escandalizar a más de uno. Ver para creer.

Borges definìo el expresionismo aleman como una cosa oscura. Se está refiriendo a Fritz Lang, a pesar de que este cineasta apuesta el uso del misterio en el rostro y las vibraciones del alma humana. Lang realizó cine negro : « Metrópolis », « Perversidad », « El testamento del Dr. Mabusse » y « El vampiro de Dusseldorff » :

“El cine alemán de los años veinte: la simbología lóbrega, la tautología o vana repetición de imágenes equivalentes, la obscenidad, las aficiones teratológicas, el satanismo”.

Se refiere también a Ernst Lubitsch y sus excelente éxitos cinematográficos en: “Un ladrón” en la alcoba, o “Una mujer para dos”, o “Si yo tuviera un millón”, un cine sarcástico y negro. También Borges al referirse a este cine de los años veinte, se está refiriendo a Frederich Wilhelm Murnau, otro genio del cine alemán con sus filmes expresionistas: “Nosferatu el Vampiro”, y “Satanás”. Otra referencia a la mejor época del cine alemán: 1920-30 es a otros directores, aparte de Murnau, figuras como: von Gerlach, Roberto Wiene, Lupu-Pick, y Rutman. Nos estábamos olvidando de Carl Mayer con su obra maestra: “El Gabinete del Dr. Caligari” y su aporte al utilizado del decorado como personaje en el drama. Se puede concluir aquí que las frases de Borges son desafortunadas y provocadoras.

 
Borges: provocador contra el cine...

Para Borges, el cine soviético de directores como Mijail Kalatazov con su poética "Pasaron las grullas” y Grigori Chujrai que asumían temas como “el amor en la guerra” con su filme "El 41”, toda esta apertura nueva, era un cine stanilista, inspirado por el centralismo democrático de un solo partido, el bolchevique*:

“El cine soviético de la misma época: la omisión absoluta de caracteres, la mera antología fotográfica, las burdas seducciones del comité”

Acerca del Acorazado Potemkim, el desparpajo de Borges es de mayúsculas expresiones, casi una mirada con anteojeras y sin ningún respeto por las obras cumbres de Eisenstein y Pudovkin, aquí salta su anti-comunismo, y olvida sus tiempos cuando escribía en la revista “Síntesis”, tan roja y dirigida por Martín S. Noel. No dice nunca nada sobre “Intolerancia” y “El nacimiento de una nación” de Griffith, del mismo talante de los rusos, aunque fasistoide. Mira sin piedad El Acorazado Potemkim, la obra maestra del cine soviético:

“En uno de los más altos filmes del Soviet (El Acorazado Potemkim de Sergio Eisenstein) un acorazado bombardea a quemarropa el abarrotado puerto de Odessa, sin otra mortandad que la de unos leones de mánnol. Esa puntería inocua se debe a que es un virtuoso acorazado maximalista”.

Que decir, del cine francés, toda una ortodoxia, de esas a los que nos tenía acostumbrado, pero así son las cosas: cine aburrido, hermano menor y tullido del cine norteamericano:

“El cine francés (1932): su mero y pleno afán hasta ahora es el de no parecer norteamericano, riesgo que ciertamente no corre”.

Chaplin no se salva de sus puyas, no le perdona su militancia comunista, y lo contrasta con el lánguido Búster Keaton, como buen provocador Borges ridiculiza las escenas tal vez de “Tiempos Modernos” o “El Pibe”:

“Charles Chaplin es uno de los dioses más seguros de la mitología de nuestro tiempo. Como cineasta, una porquería. Sólo “La quimera del oro” era un lindo film, porque estaba defendido de la fealdad por el paisaje de Alaska, con gigantes vestidos de pieles sobre un fondo de nieve. En las demás películas está rodeado de tachos de basura o de escenas lujosas igualmente horribles. Además siempre fue muy vanidoso. Trabajó rodeado de mascotas, no de buenos actores. Siempre quiso ocupar el centro de la escena. Sólo a él hay que tenerle lástima. Es un personaje sentimental, los otros no existen. El cine ha progresado y Chaplin ha permanecido tan malo como al principio. Sus fotografías son igualmente espantosas. En cambio, Búster Keaton era un caballero”.

Las mujeres, Oh diosas...: un poeta misógino sería injusto ese apelativo para Borges, pero pasa muy cerca de esta categoría, aunque creo que acierta un poco con estas apreciaciones algo subterráneas, tenía oído de tísico para ver películas:

“El doblaje propone monstruos que combinan las ilustres facciones de Greta Garbo con la voz de Aldonza Lorenzo. ¿Cómo no publicar nuestra admiración ante ese prodigio penoso, ante esas industriosas anomalías fonético‑visuales? Ya que hay usurpación de voces, ¿por qué no también de figuras? ¿Cuándo veremos directamente a Juana González en el papel de Greta Garbo? La voz de Hepburn o de Garbo no es contingente; es, para el mundo, uno de los atributos que las definen. Cabe asimismo recordar que la mímica del inglés no es la del español”.

Le caen también “palos” muy duros, y en eso tenemos muy poco que decir, a los bodrios argentinos, y aquí, fuera de otros tangos, olvidos matan olvidos:

“”Los muchachos de antes no usaban gomina” de Manuel Romero: es uno de los mejores filmes argentinos, vale decir, uno de los peores del mundo.
Prisioneros de la tierra de Mario Sofficci: Ignorar a Sandrini, eludir victoriosamente a Pepe Arias, disuadir a Catita son tres formas de felicidad que nuestros directores no habían acometido hasta ahora”.

La pedantería de Borges no tiene límite, a pesar de su ceguera:

“Voy al cine a escuchar el diálogo y me cuentan si las fotografías son buenas o malas. Esto, para mí, es como un acto de fe”.


El Gabinete del Dr. Caligari: escenografìa expresionista que disgustaba a Borges.

Todas estas declaraciones irreverentes de Borges sobre el cine son aproximadamente de 1970, hay que agradecerle a Matamoro Blas haberlas reunido no solo para suscitar contradictorias reacciones (más o menos) hepáticas, sino también para gozar de esta actitud iconoclasta de Borges frente al cine, con ese brillo genial que a él le caracteriza, y de poder asistir con “humor negro” a este antiguo interés por persistir en que el cine es una cosa y la literatura otro asunto. Nos cae “quáker” lo de Borges, por más sagrada admiración que le tenemos por toda su obra literaria.

*
Ver documento “Cine, Política, Comercio” de Alexandr Vasíkievich, Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1972. (Para no desestimar tampoco la posición de cierto tufillo anti-comunista de Borges).